Las expectativas sobre el comienzo de las vacaciones y de la incipiente temporada turística son amplias y se centran en lo que puede pasar en diciembre, cuando el Comité Operativo de Emergencia autorice a poner en marcha el turismo regional en el NOA y se coordine con el resto del país las pautas para el movimiento de gente hacia y desde los sitios de veraneo. Las expectativas son amplias porque ha sido un año difícil por la emergencia en salud causada por la pandemia, con limitaciones extremas al movimiento, que en nuestro medio se mantienen, relativamente, en virtud del impacto que ha tenido el coronavirus, al tiempo que las necesidades de traslado y viajes en la comunidad van aumentando a medida que se acerca el tiempo de fiestas y de descanso. Todo esto, mientras continúa la fuerte incertidumbre con respecto a lo que vendrá, sobre todo porque aún no hay claridad ni fechas -más que tentativas- con respecto a la vacuna, y porque las mismas autoridades sanitarias están advirtiendo de los cuidados y precauciones que hay que tener, especialmente en lo que hace al traslado y el aglomeramiento de gente, una de las principales fuentes de contagio.
En ese marco, el desenvolvimiento de la actividad turística ha sido muy limitado, acotado a los requerimientos de la emergencia en salud, lo cual ha generado no sólo la imposibilidad de circulación sino la parálisis de las empresas turísticas, con el consiguiente descalabro económico para agencias, hoteles, empresas gastronómicas, transportistas y pequeñas empresas con variados servicios para viajeros. Esta circunstancia insólita ha generado no sólo el riesgo de cierre -cuando no la clausura definitiva en busca de otro rubro- sino el cambio momentáneo de actividad, como ha sido el acuerdo para que los hoteles fuesen ocupados con para que personas “repatriadas” cumpliesen el período de dos semanas de cuarentena y, en algunos casos, se ocuparon en resguardo momentáneo de víctimas de violencia de género.
En ese marco, hubo auxilios para morigerar la crisis que ha asfixiado al sector. Hace días se difundió la noticia del otorgamiento de créditos blandos -gestionados entre el Ente Tucumán Turismo y la Caja Popular de Ahorros- para 50 agencias de viajes, que utilizarán el dinero para saldar deudas acumuladas y mantener los gastos fijos que no han dado tregua. También se gestionaron medidas para postergar o reducir gabelas como ingresos brutos, salud pública, TEM y CISI, beneficios desde el IPLA y créditos con tasas preferenciales. Aun con las limitaciones de movimiento, el armado de protocolos de seguridad en la pandemia ha permitido una actividad, si bien reducida, en lugares como Tafí del Valle.
El reciente anuncio de acuerdo de uso de protocolos conjuntos para movimiento entre viajeros de Salta, Jujuy y Tucumán, a partir del 1 de diciembre, ha abierto grandes expectativas, mientras que Santiago del Estero se apresta a abrir sus límites en función del movimiento, y se espera que Catamarca y La Rioja se integren también a estas novedades. Nada ha sido fácil, porque la pandemia no ha dado tregua y porque las decisiones de las autoridades del COE de cada provincia han sido disímiles, tal como han dado cuenta los pocos viajeros que contaron sus experiencias. Es de esperar que, con la temporada encima, se pueda coordinar con más precisión el movimiento y se apliquen protocolos aceitados de seguridad sanitaria.